miércoles, 25 de febrero de 2009

Murmullos De La Historia (1)

Ambrosius
 
Para evitar los escándalos que se sucedieron en los  anteriores intentos, eligieron esta vez a un individuo del medioevo temprano, época reconocida por la prevalencia de los principios.
En todos los otros casos se reprocharon la pésima  elección de los individuos.
Sometidos a períodos de intenso entrenamiento, las cuerdas tensadas de la emoción no les permitían acompañar los hechos decisivos  y la misión fracasaba.
Ahora sí. Basta de luchar con lunáticos agazapados que no despertaban sospecha alguna o imprevistos fanáticos decididos a figurar en el libro de oro de los tiempos.
Ambrosius se llama el candidato, y con una devoción tal que para él la misión se la encargó un ángel, y de los más resplandecientes.
La túnica fue a parar manos de Ambrosius en un descuido de los soldados y, como ocurrió otras veces, este tampoco siguió las instrucciones del "ángel" de  la administración. Obedeciendo a un misterioso llamado, se la apropió y escapó.
Si el radar lo encuentra y la nave consigue atraparlo, no volverá a cultivar cebada y patatas para el conde; le tienen reservada una jornada en el coliseo romano, pero como protagonista.
 
De terror
 
Cierta vez  al joven Durero  alguien le deslizó bajo la puerta una carta que lo tenía como destinatario. El sello, lacre sanguinolento oscuro, mencionaba una lejana región de los montes Cárpatos, y la firma, de un tal Conde Drácula.
 La letra capital y la miniatura, a la potente luz de la candela lo dejaron prendado. Antes de conocer el motivo, le impresionó vivamente la desconocida manera de volcar el mensaje.
Lo bañó en cloro, luego  embadurnó por ambas caras la carta  en azufre, y entonces sus ojos se abrieron inmensos: ¡Que extraño prodigio!. ¡Esa manera de grabar está llamada a cambiar el mundo!.
Enseguida puso manos a la obra, en una noche descubrió el secreto de la singular técnica.
Esa madrugada, en el taller silencioso y frío, ganado casi por el sueño, recordó que en su entusiasmo olvidó leer el mensaje del conde y ya era demasiado tarde. La carta se había reducido a una masa de pasta vegetal y residuos químicos.
Nunca más recibió otra semejante, y el mundo literario se perdió con seguridad una aventura que habría sido inmortalizada luego por el cine de terror.
Durero contra Drácula o Durero contra Drácula y el hombre lobo.

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