domingo, 7 de septiembre de 2008

La Ceremonia En El Jardín

 En doscientos años  se podrían mencionar varios alertas que no pasaron desapercibidos.

El caso de los osos panda fue el más sentimental de todos, el más efectivo a la hora de comprobar el encendido televisivo.

 Tan parecidos a la imagen que se diseñó como símbolo de pureza, fragilidad, ternura, aparecieron un día muertos de hambre, esquivando los vehículos que transitan Shangai. El mundo se escandalizó por primera vez aunque hacía ya tiempo que los bosques de bambú desaparecían.

Entonces, echa la redada se comprobó que los osos eran todos adultos y que los pocos que no habían huido del medio natural no tenían vástagos y hacía años que no se tenía noticia de ningún nacimiento en las aldeas cercanas a las  reservas de fauna.

Los zoológicos los adoptaron y se reprodujeron dando paso a  la fertilidad segura en ambiente amigable. Duró un tiempo y dio aire a los impulsores del desarrollo sustentable.

 Otro día empezaron los alertas desde el zoológico modelo de Dusseldorf y hasta del comunitario de Bombay:

Las especies en extinción internadas mostraban signos de esterilidad y en el recuento de especies, mes a mes, la lista se engrosaba.

Ni se hablaba de los parques nacionales ni sitios ransar, ni humedales estratégicos; las noticias de esas migraciones que se calculan en millones de miembros se raleaba con una velocidad inédita, sin hecatombes, sin peste, se diría que todo se disolvía silenciosamente y así como una abeja tiene sus ocho días de gloria bajo el sol, lo tenía una vez la navaja, otra el piure, otra el plancton y así hasta desaparecer unos y otros como si jugaran a las escondidas con los pescadores que miraban el mar como diciendo "ya está bien, es suficiente, tu ausencia me empieza a asustar, que tal si recomenzamos el juego de toda la vida".Y luego como pasa con la ausencia de un ser querido, la ansiedad, la bronca impotente.

Yo nací en esta época. Mis primeros meses coinciden con la aceptación formal del cambio y la puesta en marcha de la nueva relación con el mundo.

Ya pasó la emergencia mundial, el gasto desmedido con el objetivo de un nuevo paradigma. Todo en vano y con un tono  que no se recuerda de otra etapa histórica.

 Los días de mis padres eran los del "como sí".

Nadie durante veinte años se animó a trasladar sus angustias compartidas a la luz tenue de la tele encendida, a una nueva configuración de la vida social y política.

El mismo curso de los días se encargó de modelar las conciencias robando durante el sueño de los hombres a las bacterias, a los virus, a las pulgas -nombro estas tres que recuerdo de su cuento porque mi padre dice que jamás se pensó en un Apocalipsis de un signo tan extraño; se reía al nombrarlo como el " Apocalipsis amañado"…o escabullido... No recuerdo la palabra exacta que quizás tampoco tuvo descendencia y murió, ja, ja!-

El tiempo de la muerte silenciosa resignificó el mundo de tal manera que hizo surgir una antiutopía que junto con la depreciación biológica vio nacer una representación desconocida, fervorosa, dulce.

 Sin víctimas ni victimarios, con el plazo fijo de la sonata, la sinfonía, la obra en tres actos, la ópera.La vida se desenrollaba como una pintura oriental que, partiendo del centro se despliega hacia los extremos. Uno se detiene en un trazo habiendo desplegado hacia arriba y compensa hacia abajo descubriendo una piedra en el río que refleja al astro dorado. A un movimiento plegamos el sol que desaparece y queda la piedra sola con reflejo inverosímil. Una arte exquisito a la vez efímero y eterno.


Durante los treinta años que llevo habitando la tierra, unos cuatro mil millones de seres han desaparecido, el espectáculo de los adultos delfines es el favorito del mundo, nuestra alimentación se reduce a lo mínimo.

Asistimos a la fiesta de la explosión de la sandía como uno de los extraños acontecimientos que nos depara la casi extinguida generación de frutos.

Diana sentada a mi lado en un atardecer, vio posarse en mi nariz una mosca de las omnívoras que aún milagrosamente se reproduce y me apretó la mano.

 

Nos despertó de nuevo el sol que cada vez escucho más nítido al despegar del horizonte como una piedra arrojada a un pozo de agua profundo. Diana me dice que con el silencio de la noche boreal pronto escucharemos hasta el chirriar de las estrellas o el crujir de la luna.

Naturalmente ha surgido entre nosotros una compenetración que no distingue un propio de un ajeno y la ceremonia es la máxima expresión  que sin necesitar de bastonero u oficiante nos surge como necesaria y son de provecho los gigantescos jardines del museo.

Hoy precisamente los nervios pueden traicionarnos, la expectativa es creciente.

Al lugar en que se hallan tres aún saludables árboles de coronillo (Scutia buxifolia) se llegará la increíble mariposa Morpho Catenarius enorme con sus azul y blanco resplandecientes.

Aún no nos abandonó y  nos reunimos para saludar su llegada.

Por temor a que se asuste, los miles que seremos en la reunión al aire libre esperaremos inmóviles a que coma de las hojas de su único huésped existente y luego formados en procesión con trajes alados de azul y blanco la acompañaremos hasta verla desaparecer por entre las rejas del antiguo palacio.

Sí, la esterilidad nos ha dado la forma y el fondo y partirán ellas también con nosotros, con el último hombre.

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