domingo, 31 de agosto de 2008

Saltando Charcos

¡Por fin!.. A pesar de todo era un hombre de dinero, bien parecido, de buena conversación, amante apasionado, y ahora…


Ahora mejor ir por parte: Laurita me regaló un jersey Misony y una corbata de la misma casa.

Sabe que me encantan esa catarata de colores y si además se agrega una corbata me pongo exultante y la llevo a elegir una Barbur nueva (aunque sé que ella prefiere las de Pufa).

Dicho y echo; le besé los cachetes y se los estiré cuando salía del probador.

Esto ocurrió el sábado 30 de marzo  por la mañana, con una lluvia torrencial que no nos impidió partir hacia las dos de la tarde para el club ecuestre .

Todavía de a ratos extrañaba mis botas de montar de dos colores. Use esa tarde botines del tipo jopur, especiales para mí, con cordones, porque algo distintivo siempre me gusta llevar.

Me hubiera gustado entonces usar impermeable, del tipo riding mac para disimular, pero nunca me animé a tanto.


Y paseando en el barro convertido en pisadero, la ví.

Que decir…Laurita se dio cuenta de mi deslumbramiento mientras me acercaba un café.

 Yo solo tenía ojos para ese cuerpo de ademanes indecentes hacia dos amigos que le hacían bromas en media lengua provocando su reacción desmesurada.

No me despegué de mi asiento cuando al "reconocer" a Laurita se acercó a grandes trancos.


 Celina-dijo y me estiró una mano suave y seca. Yo me apoyé en la pierna izquierda y tomando impulso con los dos brazos me despegué de la silla.

-Fue la primera vez que alguien no me dedicó  el gesto de "faltaba mas, por favor, no es necesario"; indiferente a mi esfuerzo-


Rodolfo-le contesté . Y de inmediato nos pusimos a conversar- su mirada era atenta y seductora -


 Cuando le conté del accidente (evitando entrar en detalles) que me costó la pierna derecha me dijo que a no ser por la renguera ni se notaba. Le contesté que la prótesis era de las mejores pero solo era posible caminar por terrenos sin accidentes y con este barro y tanto pisoteo resultaba muy difícil.


Con Celina nos volvimos a encontrar -¿bella casualidad?- cuando salía  del sastre.

 Dos semanas después del primer encuentro mantenía el estilo informal y me dio un beso sonoro.

Yo salía de tomarme las medidas de un Warm que compré en  Hawkes y pretendía ajustarlo de cintura.

Con Celina salimos al teatro y a cenar y continuamos en mi casa un fin de semana entero de amor con salidas esporádicas a tomar café, ir de compras y pasear por la orilla del río.

A los diez días le confesé que estaba perdidamente enamorado de ella y no quería separarme ni un minuto. Hizo un mohín, me sonrió tristemente y me dijo:

"Tengo cosa…"

¿Qué cosa?- Respondí  y pasó a contarme del sueño de aquella noche:

"Soñé que corríamos saltando charcos, los dos juntos riéndonos a carcajadas y cuando desperté me angustié mucho…perdoname amor…"

A mi también me angustió el sueño, me sentí ridículo con la pierna torpe y desde ese día encontrar una solución me desvelaba.


Y entonce Celina  enfrió la relación; me evitaba,  yo comencé a desesperar.

 Como caída del cielo apareció la innovación de la empresa BLATCH , una rodilla accionada por un microprocesador, livianísima, ideal para terrenos irregulares.

Con sensores y control electrónico que reaccionan a los mas variados movimientos del cuerpo en diversas superficies.

La llamé sin éxito de día y de noche. Le avisé a Laurita para que intercediera por mí.

Me dijo que no era su amiga y no recordaba haberla visto mas de una vez, por lo que le llamó la atención tanta familiaridad con ella en el  hípico.  Como se dio cuenta que había onda entre Celina y yo prefirió no comentarme.


El misterio y el aparente desprecio me exacerbaron de tal manera, que hice  todo  por volver a verla.


La descubrí en un café. Le pedí explicaciones sobre su silencio de tantos días y siguió muda. A borbotones le conté la novedad de la nueva rodilla con microprocesador.

Entonces su mirada volvió a encenderse y aproveché para comentarle que su sueño de correr juntos saltando charcos podía ser realidad.

 Me contestó: "Que te aproveche la prótesis rengo de mierda".

¡Porqué, Celina,…Porqué…! Dije, horrorizado con la respuesta.

Y ella: Soy la hermana de la mujer que  atropellaste aquella noche. Que te aproveche Rodolfo…disfrutá tu nueva prótesis, chau…


Se alejó y yo sentí otra vez renovado el impacto  que como un torrente de agua negra y helada se derramaba  hasta por entre los dedos del pié derecho.

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