miércoles, 29 de julio de 2009

Gloria Saluda a su Amante

 Gloria asomó la cabeza por la ventanilla del tren con su collar de perlas de dos vueltas al cuello. Se quedaría saludando hasta que la imagen de su amante se hiciera borrosa en el andén. Con una mano enguantada apoyada en el respaldo, y la otra en el marco de la ventanilla vio fugarse a la tolva de granos y la bomba de agua; algunos niños jugaban a resbalar en la tierra arcillosa bajo la manga que perdía a borbotones.

Saliendo del recodo, después de atravesar un puente viejo, la vía sucede paralela a un camino de tierra y pronto su vagón dejó atrás un camión pequeño de verdulero y seis ciclistas en caravana  enhebrados por un hilo invisible, como cuentas en amarillo, verde y azul.

 Cuando Gloria asomó la cabeza por la ventanilla del tren esperó que la imagen de su amante se hiciera borrosa en el andén.Aparecieron los niños jugando a resbalar en la tierra arcillosa y la tolva de granos y la bomba de agua.

Antes del puente viejo, un hombre con abrigo rojo estaba trepado a la escalerilla de la cabina de señales.

Cuando la vía sucede paralela al camino de tierra y seis ciclistas marchaban en caravana  enhebrados por un hilo invisible, Gloria hizo el ademán del hombre del abrigo rojo, igual al de la zarpa del tigre de bengala del Zoo central que ayer visitó con su amante cuando  se desperezaba de una larga siesta.Con este gesto, Gloria atrapó al más rezagado de los ciclistas con el índice y el pulgar.

 Gloria se tomó del cuello cuando el hombre de rojo de la escalerilla de señales pasó veloz.

 Y hubo solo los gritos del pasaje, ruido de frenos y, los niños que jugaban a resbalar, abigarrados en el descanso del tren detenido antes de la tolva de granos y la bomba de agua.

Y antes del camino de tierra que sucede paralelo a la vía.      

domingo, 26 de julio de 2009

Mi Invitado del Domingo. Hoy: LUIS GARCÍA (Luis Pardo)


Las Conferencias del Profesor Pedantius


UNA EXCEPCIÓN

El profesor Pedantius, caballero
que en todas partes fracasado había,
en clase a sus discípulos decía:
—Prácticamente demostraros quiero
como el vate más torpe ó el más huero,
con paciencia y cuidado, puede un día
probar inspiración y fantasía
que son en tal materia lo primero.
No hay ni fuego sagrado ni elegidos
por Dios ó por las musas protegidos,
ni hacen falta el delirio y el quebranto
para pulsar la lira. Todo el mundo,
sin pecar de ligero ó de profundo,
consigue ser poeta. Prueba al canto.


ONDINA

Sobre la rubia arena de la playa
por cuya posesión gimen las ondas,
junto á la espuma que fingiendo blondas
borda la orilla con incierta raya,

la húmeda ondina la actitud ensaya
que ha de agitar las submarinas frondas.
y ante sus formas puras y redondas,
el propio mar en su furor desmaya.

El sol envía la postrer saeta
y en el rayo envolviéndose coqueta,
con actitud que á Venus diera celos,

se acuesta contemplando al sol de cara,
cual si su blanco vientre soportara
la inmensa pesadumbre de los cielos.


La asonancia advertida es poca cosa
y de fácil arreglo. De igual modo
logra, todo el que quiere, cantar todo
en vez de referirlo en burda prosa.
Yo, en la divina lengua deleitosa,
cantaré la virtud y el negro lodo,
las hazañas del vándalo y el godo
y el cristal de la linfa rumorosa.
El acento meloso y el robusto
usaré sin esfuerzo y a mi gusto.
Pues la epopeya, el madrigal, el drama,
cuanto el ingenio, en su anhelar persigue,
con paciencia y cuidado, se consigue;
sólo hay una excepción: el epigrama.

Caras y Caretas (1904)

miércoles, 22 de julio de 2009

La Cocina

   Una vez casi me rajaron por un ataque de tos, me dijo Eulalia en la cocina del piso mientras esperaba el bullir de la pava con un cigarro colgado del labio. Eran las 5 de la mañana y ya había estado allí a las 4, a las 3 y a las 12 de la noche, parada en el mismo lugar, esperando que la pava hirviera.
No me la olvido más a Eulalia también deambulando por los pasillos con el cigarro colgado, chancletas de color incierto, camisón celeste con puntillas en el cuello y un hermoso mantón negro de seda con motivos florales en bermellón, amarillo y rosa; pero esa noche Eulalia me resultaba de episodio de delirio. Estaba acostumbrado a su cabellera renegrida hasta la cintura, su permanente crispación en una cara en que el lápiz labial furioso me había acelerado el corazón de susto en cada encuentro entre los recovecos de la pensión. Eulalia, pendiente de la pava en eterna espera, se ahorraba los gritos nocturnos desde que el sereno la amenazó el verano anterior con echarla de patitas a la calle.
Yo no dejaba de toser y por primera vez algo de Eulalia me sostenía en ese lugar en lugar de arrancar para la pieza como siempre que evité su compañía.
Es que yo volaba de fiebre y el agujero de mi habitación era la buhardilla de Kafka. La hornalla inmensa de la cocina en que se derretía el aluminio de la pava de Eulalia era en la ocasión mi lugar acogedor en el mundo y casi como para festejar en ese recinto de dos por dos prendí todos los quemadores de aquella cocina que seguro vino a parar de alguna vieja fonda u hospital.
Eulalia como siempre no me pediría razones de mi comportamiento tan desatinado y me seguiría mirando a intervalos con la suficiencia de su boca roja. Hasta me animé a un chiste en el jolgorio de los 39º que provoca la fiebre. Le comenté entonces que me la imaginaba a ella en la caja del mago haciéndola desaparecer, tosiendo dentro de la caja y desbaratando el truco por un ataque de tos justo desde atrás del telón.
El chiste no era bueno pero los ojos rojos se me habrían iluminado tanto y mi mueca de alterado sería tan simétrica a la suya que Eulalia no paró de reír. Raro era verla reírse con su oficio de partenaire de mago en un circo, al que se refería siempre con fastidio. Hizo silencio cuando volví la atención hacia mi persona.
Le dije en confianza que la habitación siete que yo ocupaba era húmeda, que solo conseguía entibiarla con calentador eléctrico y si ella sabía que el encargado andaba revisando por las piezas el motivo del aumento de la cuenta de luz.
Me miró entonces de costado, negó saberlo y se llevó la pava sin saludarme.
Me dejó solo en la cocina y apagué la luz hasta que la mañana se filtrara por la ventana. Esperaría ahí, erguido en esa calidez la llegada del inventor de instrumentos musicales que dormía pegado a la escalera. Con su toalla rodeando el cuello, de vuelta de sus abluciones en la pileta del baño; el del bigote finito y la mesa de luz abarrotada de pruebas de imprenta de sus métodos para órgano y guitarra.
A las ocho en punto yo partiría hacia la pieza helada; bien arropado en esa estepa, evitaría ser sorprendido calentándome con el aparato eléctrico y para las 9 escucharía subir por la escalera caracol de madera el paso del médico joven o viejo que me mandaba la empresa para justificar mi ausencia.

domingo, 19 de julio de 2009

Mi Invitado Del Domingo. Hoy: DARÍO QUIROGA

Catacumbas Del Arte

¿ Cabe pensar que muchos artistas no estiman sus obras sino en el momento fugaz de verlas exhibidas en un salón y que no les mueve otra inquietud, al crearlas, que la vanidad de esa muestra?

Los sótanos del antiguo Palais de Glace, sede hoy de la Dirección General de Cultura y del Salón Nacional de Artes Plásticas, son fiscales irrebatibles. Estas galerías subterráneas, a las cuales tan bien les cuadra el nombre de catacumbas del arte, están colmadas de obras provenientes de diferentes salones esparcidos por todo el territorio nacional, que no fueron nunca retiradas por sus autores. Yacen allí, olvidadas, porque no obtuvieron recompensas, porque perdieron interés para sus creadores una vez vueltas a la intimidad o porque fueron el fruto de una fugaz vocación.

Bajo el piso circular que otrora sirvió de pista de patinaje sobre el hielo, engalanada en los meses de septiembre y octubre con los envíos al "Salón de Primavera", se abren varias galerías a uno y otro lado de un pasadizo central. Estuvieron en ellas instaladas —los muchachos de antes las vieron — la usina eléctrica propia y demás maquinarias necesarias para fabricar la delgada capa helada, donde, por la época del Centenario, hacían arabescos damas de largas faldas con abultados polisones y caballeros de cuello alto y abotonadas levitas. Todavía puede observarse el gran armario de infinitos casilleros donde se guardaban los patines de cuchillas que un día volvió a la popularidad Sonja Henie. Pero ahora, donde antaño atronaba el ruido de los motores y donde llegaban, atenuadas, las risas de la farándula alegre, reina el silencio y la melancolía. ¿Pueden, acaso, contemplarse con otro estado de ánimo estas ringleras de cuadros,vueltos a la pared, y estas estatuas puestas en penitencia en los rincones?

A medida que se avanza por el pasillo central, el espectáculo es el mismo a izquierda o derecha: uno al lado del otro, montones de cuadros encima de los cuales un cartelito señala su pasado. "Salón de Rosario, - 1936", se lee en uno. "Salón de Santa Fe - 1932", reza el otro. "Salón Nacional - 1940", explica aquel de más allá. Son los envíos hechos a esas exposiciones en forma colectiva por intermedio de la Dirección General de Cultura y que, en igual forma, volvieron después al lugar de origen para que cada artista retire el suyo. Diez, veinte, cincuenta grupos diferentes, mostrando todos el revés de la tela y del marco, perfectamente en orden, con su particular cédula de identidad, esperan el regreso del dueño que un día les dejó junto con sus esperanzas y que, junto con las mismas, les abandona. ¿Es posible que alguien intente recuperar una obra después de haberla dejado tantos años como los que transcurrieron, verbigracia, desde 1930?

Una de estas galerías, la más vasta porque se extiende hacia ambos lados del pasillo central que mencionamos, está, en el momento de ser visitada, abarrotada con los envíos que fueron rechazados del XXXVII Salón Nacional de Artes Plásticas. Son cerca de mil cuadros de todo tamaño y procedimiento, que representan, además de mil esfuerzos vanos,una sorprendente suma de dinero, considerando únicamente su valor material. En efecto, promediando en cien pesos cada uno de los marcos a la vista, se obtiene una suma total  de cien mil pesos; a esta respetable cantidad  hay que agregar además cuarenta mil pesos  que resultan de adjudicar a cada cuadro un  gasto de cuarenta pesos de pinturas, pinceles y demás utensilios del oficio. Y, para terminar, faltan todavía veinte mil pesos en telas. De todo lo cuál resulta que los artistas argentinos movilizan cada año para el Salón de Primavera( o sea el Salón Nacional de Artes Plásticas) un capital de doscientos mil pesos. En estos guarismos se ha incluido el mismo valor material de los cuadros aceptados. Cálculos éstos,hechos con promedios aproximados y con el debido respeto a los artistas y al valor intrínseco de sus obras.

Aunque en número menor, los trabajos de escultura se agrupan también en las catacumbas del arte con un destino parecido a los de pintura. Grandes moles de bronce y mármol, bajos relieves,figuritas de yeso y madera, se agrupan aquí y allá en la penumbra y la quietud del olvido.
Por lo que tienen de humano en su estructura, más fácilmente traducen en el ánimo del espectador la certeza de su injusta suerte. ¿Las encontrará un día la posteridad después de penosas excavaciones como nuestra época descubrió en la tierra los tesoros de la antigüedad? Es la única posibilidad alentadora que puede tornar menos penoso el olvido de sus creadores.

LEOPLÄN  (1947)  


miércoles, 15 de julio de 2009

Salmos

Un chico me dejó una estampita. "El señor dirigirá los pasos del hombre justo y aprobará sus caminos".Los diarios que escribió este hombre y que llevo ahora  mismo en el bolsillo me tienen obsesionado.

 23 abril. "Tomé el tren hasta el Parador Los Ceibales"… (El boleto que encontré en la campera me lo confirmó, 12.03 ida y vuelta) 

Sigue: "Es un buen horario, hay suficientes asientos libres y los vendedores ambulantes recorren el tren  como en las horas mas concurridas. Tengo sobre la falda un diccionario de sinónimos, un plano de la ciudad, un chocolate envuelto en un papel brillante, cuatro pares de medias y agujas de coser."

29 ABRIL. "Está sobre la mesa de luz el chocolate  sin tocar. No me ha sido fácil dormir. Permanezco boca arriba con la mirada fija en el techo. Marisa ni se molestó cuando por bromear, hará una hora, le pinché la oreja  con una aguja mocha de las de coser lana que compré en el tren; me alejó pasando la mano por encima del cuello y siguió arrebujada de  costado  sin dar importancia,  como últimamente  hace con todas las cosas. Miro la montaña de trastos sucios sobre la cocina, las cáscaras de huevo, hace un mes que le aparto la sábana de la cara para recordarle que esto no me gusta."

(Me dan ganas de caminar, recorrer los vagones de punta a punta, desprenderme de la atmósfera pesada del diario del tipo).

2 MAYO. "No voy más al parador. Hoy me entretengo lavando la ropa sucia. El lavarropas es un gran invento. Toda la mugre se desvanece.

Le ofrecí el chocolate y no lo quiso. Se fue con lo puesto. Si fuera ella hubiera esperado el fin del lavado para recuperar mis cosas."

3 MAYO. "Hoy fui a ver a Damián. Me ofreció café. Marisa lo considera un hombre superior. Si yo intento darle mi parecer, me contesta que permanecerá en silencio porque hablo mucho y siempre de lo mismo. Un… ¡no entiendo de qué hablás!…  y se aparta de mi."

5 MAYO. "No lo encuentro, no sé que se hizo del anillo que Marisa me regaló. Sumado a su desaparición el asunto me resulta un trastorno."

7 MAYO. "Vuelvo al parador… bajo la piedra no hay mensajes. Sin embargo hay mensajes que no acierto a comprender. Un hombre de espaldas está en la vereda junto a un camión, que parece averiado por las balizas desplegadas. Un perro se detiene junto al hombre inmóvil y lo mea largamente. Nada ocurre, no hay reacción en el sujeto. Voy a advertirle ya que pellizcarme no me satisface, pero me detengo a mitad del camino: Una calandria persigue a una tortuga. Hasta aquí no hay nada extraño, las calandrias son pájaros belicosos y planean dando picotazos a cualquiera que se atreva a invadir su territorio. Tampoco me sorprende  que la tortuga corra velozmente, las tortugas son ágiles corredoras. Y tampoco la presencia de la tortuga en esa calle, el río está a dos cuadras y no es difícil hallar alguna. Claro, que no son acuáticas y no debieran estar ahí. Son naturales de zonas desérticas y vendidas como mascotas. Muchos propietarios que optan en algún momento de su vida por desprenderse de ellas creen que esa espesura de la orilla es el lugar adecuado.

 Así que tampoco eso me sorprende. En realidad, no acepto que lo que me sorprende es solo  la pasividad del hombre. Cuando vuelvo junto a la piedra, en el contorno húmedo que descubrí al moverla, hay un sapo. La panza estirada en esa tarde caliente de primavera. No pienso en la devoción de Marisa por los sapos ni en inmolación, ofrenda, etcétera, solo tomo la piedra, lo aplasto y me voy."

11 MAYO. "El hombre despertó y fue al tendedero a buscar el pantalón ya seco (Este debe ser el hombre orinado por el perro el día 7).

Mientras tomaba café y como corolario de la conversación de anoche repitió una frase de un salmo que dice que el oído que escucha y el ojo que mira son obras del Señor.

Me pidió el teléfono para asegurarse sobre el servicio. (Debe ser el auxilio para el camión).

13 MAYO. Tiré todo  a la basura. Gané espacio en la cocina. Me gustó mucho como quedan sobre la cómoda el banderín de River, una foto familiar muy antigua en color de una familia aplaudiendo felices a no se quien y una sirena de ojos fosforescentes de la que se desprenden cintas multicolores que se mueven con el viento que entra por la ventana."

(Me inquieta este relato)

17 MAYO. "Visito a Damián. Cuando me impide el paso,  empujo la puerta que le da en la cara y cae hacia atrás. Se arrastra hasta la mesa de luz. Sé que busca un revólver y debo evitarlo pero algo raro me detiene. No son las gárgolas de la iglesia de enfrente que desde este piso doce y con el vendaval que no cesa desde la tarde  parecen escupir el agua hacia esta misma habitación; Damián nos había comentado esto  a Marisa y a mí otra vez que nos invitó a comer. Tampoco me detiene ver la valija de Marisa. Y tampoco  su  ropa estirada sobre la cama.

 Lo que me detuvo fueron las dos sillas muy juntas en una esquina de la mesa, dos platos juntos y dos vasos. Y también una botella de Malbec casi vacía. Pensé en la devoción de Marisa por este santón sabelotodo y lo tomé de las piernas ; debe haber visto como se esfumaba su sueño de llegar a la mesa de luz."

 (Damián también ha desaparecido).

19 MAYO. Solo ha quedado el diario testigo de la historia, a los personajes como suele decirse se los devoró la tierra . En los días que me salteé la lectura el tipo se va por las ramas y discurre sobre íncubos, súcubos, andróginos, nupcias  espirituales, sin valor para la causa. El próximo paso es ir al parador que cita.

23 MAYO. Voy al parador. Los vendedores ambulantes no dejan de pasar.

Leo la estampita que me dejó el chico, aunque un minuto antes, cuando la depositó en mi asiento me pareció leer: "Los impíos son cogidos en los mismos designios o tramas que han urdido".

domingo, 12 de julio de 2009

Mi Invitado Del Domingo.Hoy:FÉLIX LIMA

LA TORMENTA DE SANTA ROSA DEL AÑO 1870

—¿Vienes del Zoológico. ricurita?
— Si, abuela. Pero hacía un frío... Qué frío,abuela! Aquí, en casa si que se está bien,¿no?También.. con la estufa a quebracho... Allá,en el Zoológico, los osos blancos,
contentísimos con el frío; en cambio, había otros animales que tiritaban. Pobrecitos!, ¿no?
— Anda, que te sirvan una taza de leche bien caliente.
— No tengo ganas, abuela. En el Zoo, Pancha nos llevó a tomar té con leche.
— ¿ Con sándwiches?
— Y masitas, abuela.¡ Qué ricas! Yo me comí cuatro, y Pocha, cinco. Después, Pancha
nos hizo conocer el Museo Agrícola de la Sociedad Rural Argentina.¡Cuántas vidrieras!...Y muestras de trigo y de maíz en tubos de vidrio. Pero lo que más nos llamó la atención fué la fuente dedicada a Santa Rosa de Lima. Qué linda!... ¿La has visto, abuela?
— Sí, rica, a poco de inaugurarse, en una de mis últimas salidas.
— ¿ No es cierto que Santa Rosa se parece a Santa Teresita? Las dos tienen flores en la frente. Decime, abuela, ¿por qué la gente suele hablar de la tormenta de Santa Rosa?
— Porque a fin del mes de agosto, o sea para Santa Rosa, antes o después, raro era el año que no se descolgara una tormenta respetable, con gran alegría de la gente de campo en años de seca. Pero hoy todo ha cambiado, rica; hasta el tiempo.
— ¿ Entonces, abuela, cuando vos eras chica, Santa Rosa les mandaba mucha agua del cielo?
— Mucha, si. ¡ Qué tormentas!...
— ¿ Con rayos, truenos y viento que hacía volar los techos?
— Y grandes inundaciones en el mismísimo centro de nuestro Buenos Aires.
—¿No había luz eléctrica?
— Faroles a gas en los barrios centrales, y gas, también, para el alumbrado a domicilio.
— Cuéntame de una gran tormenta para Santa Rosa, abuela. ¿Recuerdas? -
— Santa Rosa de 1870, antes de la fiebre amarilla, fué famosa. Nosotras vivíamos en la calle Paraguay, entre las de Maipú y Esmeralda.
— ¡ Qué central!, ¿no?
— La casa, de bajos y altos, recientemente reconstruída, era propiedad de don Francisco Bollini, padre de don Pancho Bollini, intendente municipal de Buenos Aires, muchos años después, quien dotó al municipio de las barredoras a mulas, la tan mentada "artillería Bollini", todavía en servicio fuera del radio céntrico. Recientemente falleció Alejandro Bollini, en Nueva York, hermano de Pancho, cónsul general argentino en Estados Unidos. Don Francisco Bollini tenía muchas casas en la calle de referencia, alquiladas a familias conocidas.
— ¿Qué familias, abuela? ¿ Recuerdas?
— Las familias de Julián Martínez, de Massot, de Angel  Floro Costa, de Cueto, de Oyuela, de Ebbeke Mármol, de Kratzenstein, del capitán Siches, de Coquet, del comodoro Py, y de otros que no asoman a mi memoria en este momento. Sobre la calle Esmeralda, a la altura de Paraguay, se domiciliaban las familias del general Conesa, de Saldías, de Saavedra, del coronel Escola, de Sciurano.
— Cuántos años han pasado!, ¿no?
— Entonces, los desagües de Buenos Aires eran primitivos. Para tal objeto servían los terceros, zanjones flanqueados por paredes de mampostería, que desembocaban en el bajo del paseo de Julio. Por ellos corrían las aguas pluviales. -
— ¿ Había muchos terceros, abuela?
— El principal era el tercero de la calle Córdoba, por lo impetuoso en los días de lluvia. En cierta ocasión, las aguas rompieron el puente que - lo cruzaba a la altura de la calle Esmeralda, en el preciso momento en que pasaba un tranvía.
— Qué horror, abuela!
— Al tranvía y a los matungos se los llevó la correntada hasta más allá de la calle Reconquista.
—Y la tormenta de Santa Rosa del año 1870?
— A eso voy, Porota. Llovió tres días torrencialmente. Diluviaba. El tercero de la calle Córdoba, el más profundo, desbordó en tal forma, que las aguas cubrieron la calle Paraguay, por la cual se podía navegar. Sobre las veredas, nada menos que un metro de agua nada limpia.
— ¿ Entró el agua en la casa de ustedes?
— Como nosotros alquilábamos los bajos, perdimos todas las alfombras y buena parte de los muebles. No tardaron en organizarse comisiones de salvamento y socorros. La que actuó en la calle Paraguay, una de las más castigadas, la constituían Carlos Pellegrini, Julián Martínez, Juan Carlos Lagos y el coronel Massot. Andaban en bote, y de puerta en  puerta. Sobre las alfombras, al descender el nivel de las aguas, quedó barro mal oliente de veinte centímetros de espesor.
—¿Y los pianos, abuela?
— Se acatarraron sus voces. Muchos no tuvieron compostura. Hubo escenas cómicas. A un inválido a quien le faltaban las dos piernas, Carlos Pellegrini lo salvó, bajándolo de la plataforma de un ropero de jacarandá, donde habíalo subido y depositado su esposa, en compañía de un queso Holanda y de dos botellas de vino. En suma, Porota: Santa Rosa, en 1870, favoreció a los importadores de alfombras, pues no hubo casa porteña de cierto rango en la cual no tuvieran que reponerlas.

Caras y Caretas (1930)

miércoles, 8 de julio de 2009

Un Pulgar Abajo

Suben por arriba de los doscientos metros a las 6 o 7 de la mañana tomando lo que denominan la ruta del after .
Esta mañana una turba de drogados arremetió contra una luz roja de seguridad del aeroparque central y  la autoridad dispuso el uso de armas de fuego para proteger el tránsito ciudadano.
¿Qué haremos entonces en casos como el episodio en que quedaron heridos, el pasado martes, cinco niños del aerostático escolar atropellados por un globo de la línea 3141, fuera de control por ser asaltado y golpeado el conductor por su pobre recaudación a temprana hora de la mañana?
¿Y qué de la propaganda electoral a cualquier hora del día con consignas del tipo "Yo miro la ciudad desde arriba para poder ordenarla abajo".?
¿Y con  las chicas desnudas deslizándose hasta las ventanas con ofertas de sexo?
¿Y con los que suben a hacer picnic y tiran la basura tapando los desagotes de los techos?
Hay denuncias por discriminar a los gordos disfrazándolos de bolsas de arena y precipitándolos al suelo para el despegue.
Un periodista de la India fué obligado por unos borrachos a subirse a una alfombra y antes de ser echado a volar, después de una manteada, falleció de síncope cardíaco.

¿Y el padre que les compró un castor como mascota a sus hijos? La mujer le echa en cara haberse demorado con los muchachones del bar y por eso el castor acabó royendo la soga de seguridad y el globo se perdió en el océano. Él, le recrimina que por su maldita costumbre de ahorrar no permitió que incorporara el radar satelital ni los eyectores.
Lo peor es que cuando sea localizado, el remolque tendrá un costo millonario.
"Con tu habilidad para el fraude, si no aparece, seguramente te harás pagar uno y con ese monto te alcanzará para comprar cuatro."- Dijo la mujer en un programa de la tarde televisiva que los enfrentó en exclusiva- Un caso escandaloso.

Con las cintas de su elegante sombrero, una dama, por el fuerte viento de proa le golpeó en el ojo a un señor bastante mayor provocándole un derrame ocular. La empresa no se hizo cargo del accidente porque los sombreros son de exclusiva responsabilidad de los usuarios.
El señor al no conseguir una indemnización de la empresa, cargó contra la mujer.
Esta hermosa señora entre su numeroso cortejo contaba con un abogado joven, ambicioso, que eludió la demanda probando que el viejo llevaba antejos de vidrio grueso en dicho viaje y se los había sacado en un ademán seductor mientras acercaba su rala cabeza al oído de su cliente y  según los dichos de un testigo de la defensa -misterioso habitué del buffet, se comenta -le habría rozado las nalgas con las manos.
El hábil abogado consiguió lo que buscaba. Pero nunca hablaron de noviazgo o casamiento, no era para ellos.

Las ciudades flotantes prosperan de tal manera en nuestro río de la plata que ya no se concibe nada construido sobre tierra.
Inspiradas en Waterworld, la vieja cinta  convertida en best seller en esta época, han devenido en un aluvión que copia todos los excesos de ese universo de fantasía.
Vivir en tierra sin más, son dos pulgares abajo.
Vivir en tierra  y moverse en aerostático  es un pulgar abajo.
El conjunto neonostalgic spaceround castiga en estos días nuestros oídos con:
En el 2030 mi vida va a se feliz,
Como mi abuelo en el 2010 una todo terreno tendré,
Y ya no mas nena, oh no no no
Por el cielo viajaré, oh no, no no,
Oh si, si, si dame tu amor ahora.

Que lindo cuando la gente decía, "Chau," y uno miraba el cielo y sonaba a una eternidad. Ahora uno mira al cielo y solo ve aerostáticos, miles de aerostáticos que se insultan pidiendo paso.

Me voy a ver a mi novia, Maritza, la ex del futbolista-escritor  que cuando Maritza le dijo "Elige entre mi y el futbol" él eligió a Maritza y cuando Maritza le dijo "O yo o la literatura" el no dudó en elegir a la hija del editor.
(Música)
(Risas)

domingo, 5 de julio de 2009

Mi Invitado Del Domingo. Hoy: BUDA

LA VERDAD
 
El joven Yaññadatta había sido mordido por una serpiente venenosa, sus padres lo llevaron a los pies de un asceta y lo depositaron en el suelo.
Reverendo señor, los monjes conocen hierbas medicinales y encantamientos. ¡Cura a nuestro hijo! —dijeron los padres.
No conozco hierbas, no soy médico —respondió el asceta.
Pero eres monje. Por caridad haz un acto de verdad, para que se cure este niño —insistieron.
Muy bien —respondió el asceta—, haré un acto de verdad para que se cure este niño.
Puso la mano sobre la cabeza de Yaññadatta y recitó los siguientes versos:
 
Sólo una semana vivi la vida santa,
el corazón tranquilo, en busca del mérito.
La vida que he vivido, desde entonces,
por cincuenta años, ha sido contra mi voluntad.
Por esta verdad, ¡la salud!
¡El veneno es vencido! ¡que viva Yaññadatta!
 
Inmediatamente el veneno salió del pecho de Yaññadatta y se hundió en la tierra.
 
El padre entonces, puso su mano sobre el pecho de Yaññadatta y recitó los siguientes versos:
 
Nunca me gustó ver que un extraño,
viniera a mi casa a quedarse. Nunca me gustó dar.
Mi disgusto, ni monjes ni brahamanes
jamás supieron, por doctos que fueran.
Por esta verdad, ¡la salud!
¡El veneno es vencido! ¡que viva Yaññadatta!
 
Inmediatamente el veneno salió de la espalda del pequeño Yaññadatta y se hundió en la tierra.
 
El padre pidió a la madre que hiciera un acto de verdad, pero la madre replicó:
—Yo tengo una verdad, pero no puedo recitarla en tu presencia.
El padre replicó:
—¡Haz que mi hijo sea sano de cualquier modo!
Así, la madre recitó los siguientes versos:
 
A esta maligna serpiente que salió de la grieta,
para morderte, no la odio más, hijo mio,
de lo que a tu padre odio.
Por esta verdad, ¡la salud!
¡El veneno es vencido!
¡Que viva Yaññadatta!
Inmediatamente el resto del veneno se hundió en la tierra y Yaññadatta se levantó y comenzó a retozar.
 
JATAKA 44
"Juego Cósmico" Gitanjali De Guevara.
 

miércoles, 1 de julio de 2009

Gregorio,el Diablo y la Libertad

Se apareció de pronto. Asomó la cabeza por sobre el tapial y Gregorio casi se muere del susto. Le ofreció una pastilla. Gregorio hizo ademán de rechazarla pero se dio cuenta que los ojos, la  boca  de aquél hombre, la cabeza ladeando a la izquierda, no esperaban un gesto de la mano buscando guardarla en el bolsillo. Entonces Gregorio la metió entre la comisura de sus labios y lo único que se le ocurrió decir fue… "Mentol…"

El hombre bajó y subió la pera varias veces para decir que sí y sonrió primero para terminar riendo a carcajadas. Gregorio entonces llamó a su mujer para que le alcanzara la escalera, pero la música a todo volumen que venía de la cocina hizo infructuoso el pedido. De ahí en mas el Diablo le dijo a Gregorio que se pusiera cómodo porque vería desfilar ante sus ojos a parte de la humanidad (que según él representaban a todo el mundo) en aras de la libertad, distinguiendo donde hallarla por el perfume que de ella emana.

Gregorio no tenía ganas de quedarse ahí colgado y seguía llamando a su mujer para que le alcanzara la escalera.

El diablo hizo esa clase de ademanes al uso de los espectáculos ordinarios en que el personaje Diablo hace contorsiones mientras despliega una capa en abanico. Solo le faltó decir "Señoras y señores, ante ustedes el gran teatro del mundo".

Gregorio no tuvo mas que someterse al requerimiento habida cuenta que su mujer ni asomaba de la cocina y la música se había detenido un momento antes de escuchar el portazo que anunciaba su partida de la casa para efectuar alguna compra.

Y él ahí, sin poder abandonar esa casuela incómoda, trepado a esa pared derruida que mejor papel haría de muro de Berlín en alguna obra alusiva. Animarse a descolgarse, ni loco, ya hubo varios casos de muertos por derrumbe en tal intento.

Solo quedaba mirar a la calle salpicada de árboles hasta volver a escuchar el portazo que denuncie la vuelta de la mujer.

Nada del otro mundo por lo visto. Al principio paseó la mirada por cada rincón de la calle para descubrir desde donde lo vigilaba el Diablo… pero nada.

Y empezó a hacer frío y lloviznar y la casa desde esa altura solo se insinuaba a través de la cortina de agua.

Pasó gente con paraguas y hasta eran más de la cuenta los que iban con hojas de diarios en la cabeza. Sí el diablo creía que Gregorio pensaba que esa gente que caminaba presurosa lo hacía por perseguir la libertad y no otra cosa estaba bien equivocado. Por quien lo había tomado, ¿por un tonto?

Cuando Gregorio estuvo bien empapado recién se dio cuenta que no había mirado nada, como si solo hubiera estado atento al fenómeno meteorológico.

Y entonces se le pasó por la cabeza que algo estaba mal cuando deseó que su mujer se atrasara en las compras y tardara en volver.

Dos ángeles que pasaban por encima de los edificios lo descubrieron colgado de la pared, presurosos le acercaron  la escalera y entonces Gregorio ya no tuvo de que preocuparse. Quiso agradecer el gesto pero los ángeles acostumbrados a rescatar a personas en esos inconvenientes menores no le dieron importancia y fueron volando a recoger a  otros con penurias parecidas.