miércoles, 4 de febrero de 2009

El Año De 1535

 Después de un otoño lluvioso en que los sapos atronaron el aire con sus coros roncos, las  gaviotas y las gallaretas ocuparon cada espejo de agua, y los pájaros de mil especies cubrieron con un manto de sombras la playa sobre avenida libertador, vino el invierno húmedo.

 Jaguares y tatús se cruzaban con recelo entre los pastos altos. Agua y más agua helada, tardes pobladas de ruidos extraños y noches tan oscuras, sin luciérnagas para entonces. El rocío matutino y más chasquidos de alas y patas a la carrera.

La primavera llegará aunque el mes de agosto parece eterno y la plaza de mayo es una barranca que el pampero quiere borrar de la faz de la tierra.

 

Es primavera y el Río de la Plata es un desierto sin fin. Todo parecen engullirse esas pesadas olas  con embates de torpedo,  lobos marinos de dientes largos  se dejan castigar contra la pared de barro y cortaderas.

La primavera se llenó de nidos de junco y espinillos, las aves marcharon a Morón y al Puente La Noria, Ciudadela y Lomas de Zamora con nuevos vástagos.

 

Para el comienzo del verano,  las criaturas soñaron con miles de hombres sobre  embarcaciones  y no encontraron explicación.      

No hay comentarios: