miércoles, 11 de febrero de 2009

Sortilegios

La mejor entre todas.
 
La mujer le dijo que el famoso distribuidor le haría un lugarcito para la entrevista y cuando el hombre le abrió la puerta fue de lleno al cuestionario.

-Usted ha visto casi todo el cine que se haya producido en los últimos 40 años, ¿Cuál es la mejor película entre todas?

Sin disimular el malestar que le causaban los reportajes, contestó: Esa, (señalando un póster que colgaba maltrecho en una de las paredes). Nunca llego a estrenarse; una  obra maestra, una obra maestra absoluta.

¿Y como fue aquello?

-Como de costumbre, me senté detrás de la pantalla para escuchar los primeros diez minutos. El cine tiene una respiración inconfundible si uno evita las imágenes .Con diez minutos de acecho, como quien espía a un vecino pegando la oreja a la pared, me bastan para decidir si vale la pena el riesgo de estrenar. Con esta no me demoré mas de un minuto en atravesar el escenario, bajar a la platea y pedir la proyección completa. De inmediato inicié negociaciones pero misteriosamente se negaron a comercializarla. Pensé en un primer momento que el problema lo tenían conmigo y dejé el tema en manos de otras empresas asociadas.

Nada. Nunca nadie consiguió una respuesta primero y ni un contacto mas tarde.

Solo ese póster sobre tres historias, sin títulos. Y me gusta así, es lo más cercano al arte que ha conseguido una película evitando la reproducción.

Esa proyección estableció un vinculo tan íntimo conmigo que solo abandonaría este cuarto si alguien me asegura una experiencia semejante. Y no me pida que se la cuente.
 
Ondinas
 

Ricardo es vendedor de rarezas desde antes que la avenida  se llenara de pizzerías. Con los años, se  limitó a despuntar el vicio atendiendo los  viernes  reemplazando al hijo mayor.

 Dice que es el día de los crédulos, y siempre aparece alguno "al que por fuerza se debe recompensar con alguna experiencia inolvidable".

Este viernes me tocó a mí y confieso que me asusté un poco cuando me condujo por una escalera hasta el sótano.

Me mostró un libro de B.Ibañez. No tiene nada de extraordinario, pero enseguida le golpea el lomo y descubre una cajita.

Se trata de un sistema similar al telégrafo, de 1912, que guarda un rollo impreso a impulsos de voz. Una manera posible de espiar a un lector, si se rescata la cajita.

 

Pero me tenía reservada otra sorpresa, cuando reprodujo una composición para violín de Paganini, desde un CD. Me alcanzó unas antiparras como las de hombres rana y encendió una luz verde.

¡Flotaban Ondinas!

 

Ejecutó enseguida  la misma pieza en su violín de aficionado y miré nuevamente; las figuras de ensueño se mezclaban ahora con figuras espantosas. "Para crear la belleza el vivo le aporta su antítesis "–dijo-

 

 

 

1 comentario:

meridiana dijo...

No sé si es el día de los crédulos, pero quiero conocer YA al vendedor de rarezas...!!

Muy bueno, Hugo!

Besos
Liliana.