domingo, 1 de febrero de 2009

Coloniales

La noche había sido calurosa. En la calle vacía, los candelabros titilaban agotando el aceite. Hasta las primeras luces, los pasillos eran de la resistencia que transportaba pertrechos; inhallables entre las sombras de los templos. Brillaba el lucero del alba y nubes de polvo agotaban su paciencia.

En las solitarias tierras altas de la instrucción militar se acostumbró a fumar un cigarro en el silencio del amanecer y confundir el humo con el vapor de su propio aliento. Un momento de paz antes de la diana y las órdenes a voz en cuello.

Ahora se dejó llevar por el aroma pesado del plátano y el coco del mercado deshabitado, siguió ensimismado y abandonó el plan de redactar la carta para sus padres. Faltaba una hora para la formación y se propuso llegar hasta la estatua del dios que dejaba ver la mandíbula y las fauces poderosas.

Al doblar la esquina del mercado se encontró con cien monos aseándose mutuamente. No pudo resistir el fuego de esas miradas y para su desgracia solo atinó a correr.//

Despuntaba el sol y la sombra corpulenta entró al corral. Buscó la marca en la oreja del animal y le pasó un lazo corto.

Lo condujo al trote hacia la salida mientras las otras bestias asustadas por la presencia del extraño se coceaban entre sí.

Una vez afuera, y mientras los empleados buscaban a la sabandija que provocó el revuelo, el hombre doblaba el recodo y se perdía en un pasillo de la aldea.

Cuando los gallos respondían los últimos reclamos del amanecer, el burro atado al carro cargado de leña, manso y atento esperaba la partida con un casco trasero manoteando el aire.

Se poblaron las calles por las ofertas del mercado que de a poco se armaba de una esquina a otra.

En la entrada del cuartel el carro se hundió en una cuneta y el oficial de lanceros montado en un bayo, de guantes blancos y botones dorados, le ordenó despejar el paso.

Tomó el conductor un tronco y el soldado entendió que haría palanca para destrabar la rueda; en cambio se puso a correr mientras burro, carro y puesto de guardia volaban en el aire por la explosión.

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