domingo, 26 de octubre de 2008

La Cena De Anteanoche

Según Mónica no me porté elegante.

 Me senté con la espalda torcida. También lo hice antes que ella se ubicara, y atendí el celular.

 Me puse a doblar y desdoblar la servilleta y pasé demasiado tiempo sin desplegarla sobre las piernas.

 Tampoco esperé a que su padre, el dueño de casa estuviera servido para empezar a comer.

 Es verdad que yo aguardaba a que su madre comenzara. Esta no me apartaba los ojos de encima y sonreía…….Mónica, atenta observadora del instante, descontó que su madre sí esperaba a que su marido fuera servido, por eso esa incomodidad de la mirada sobre mí y la confusión me produjo el abatimiento.

 

Fuera del protocolo, para mis adentros, sabía lo que pasaba. Lía era…. mi Leila.

 

Usó el nombre Leila hace dos años, cuando me pidió que bajara del árbol una pelota enorme de gajos multicolores atascada entre dos ramas a una altura considerable.

Su dentadura perfecta se mostraba en la sonrisa amplia.

 ¿De su hijo?- pregunté-

De mi nieto –repuso-

 Lía…Leila- es un doble de Aba Gardner con las mismas interrupciones lánguidas entre dos frases, como la estrella.

 

Según Mónica no comí apropiadamente, adelanté el cuerpo y la cabeza hasta el plato.

 Mónica no   sabía que me cubría a  cada instante de la segura mirada de mi Leila.

 

. Y también apoyé los codos en la mesa y golpeé a menudo los cubiertos.

Busqué algunas palabras adecuadas cuando se comentaba de algún tema general, gesticulando con el tenedor y mastiqué también sin soltarlos cuando Lía… Leila me miraba, y yo necesitaba de ellos como un cantante melódico que se aferra al micrófono por no saber que hacer con las manos mientras la platea lo observa arrobado.

 

Y se habrá dado cuenta usted que no dije " platea femenina". Porque en el instante en que llegó el hermano de Mónica y ocupó el lugar en la mesa, también participó en la extraña ceremonia del   arrobamiento.

 Y el padre también……..sí……..se  por qué lo digo….incluyamos al padre…ja ja…………..

Fue por eso que al fin, y cuando ya había transcurrido un cuarto de hora de la cena me puse la servilleta en la falda. El viejo me miró los genitales cuando se paró un momento para pedir más bebida.

El hermano que estaba a mi derecha se ofreció a servirme y fue la única secuencia en que actué correctamente según Mónica.

 Es que yo "normalmente" hubiera suspendido la copa en el aire. O la hubiera mantenido aferrada del pié mientras me servía; y si no fuera que con una mano el marica tomaba  la botella y con la otra se acercaba acechante a mis dedos largos -y bien cuidados- mientras su mirada lasciva buscaba fascinarme cual serpiente, podría decirse que de tener desocupados sus brazos su actitud era de atraparme ,  y estamparme un beso mientras el viejo esperaba su turno….

 

Si…. por eso es que fui correcto….

Se la alcancé, la apoyé y solo retiré la copa servida cuando la jungla de mantel estuvo despejada de acechanzas. Ja…ja….

 

La mucama- pasado el primer susto, cuando  también creí recordarla de otro episodio comprometedor y luego lo descarté-se transformó en mi único aliado externo ya que la censura gestual de Mónica por mis errores formales en la mesa me alejaba de ella.

Cada vez que aparecía por mi lado izquierdo, con un mohín afectuoso distraía mi embarazo por unos segundos.

 

Cuando la Leila que yo conocía se puso de pié al concluir el segundo plato (inmediatamente después que yo terminé el mío) los dos hombres empezaron a gesticular como dos mimos y a mirarse riendo bobaliconamente como si se tratara de un código secreto entre padre e hijo. Cuando notaron mi estupefacción parecieron más estimulados.

 Entonces sentí una bocanada de humo que golpeaba suavemente mi espalda.

Cuando vi a Lía….Leila... con un cigarrillo prendido en la mano me pare y volví a sentarme cuando hubo ocupado su asiento.

Lía…Leila, no se había perdido la escena de muecas de sus familiares y girando su cabeza a ambos extremos de la mesa se dirigió a ellos pero yo sentía que me lo decía personalmente:

Les faltó expresarse con brazos y manos-dijo, y comenzó seguidamente a accionar en posición  de súplica, promesa, despedida, amenaza, abominación-.

 

Mientras continuaba la extraña escena y Mónica se retiraba un momento, recordé a esta Lía cuando era Leila y me agradecía la recuperación de la pelota enrulando mi cabello entre sus dedos.

Fue hace dos años, cuando pasé por la vereda y ni siquiera sabía de la existencia de Mónica y encontraba este ángel o demonio vestido de azul que andaba por los cincuenta años,  que entregaba el chico a una mucama y me invitaba a subir a un ascensor de servicio.

 Que se quitaba totalmente la ropa y me exigía que le preguntara -y yo en mi excitación lo hice-

¿A quién pertenecés?

A vos- me contestó-

El ascensor paró en el piso. Me pidió que aguardara y cuando sentí gritos -serían Mónica y la mucama que aguardaban- apreté planta baja para huir y nunca más aparecí por el barrio hasta antes de anoche, por cosas del  destino que,como una rueda loca,me acercó a Mónica hace tres meses.

 

Cuando volví a la escena, Lía… Leila,seguía gesticulando con manos y brazos, temor, duda, arrepentimiento, tristeza, vacilación.

Y por primera vez como en un susurro se dirigió a mí para preguntarme:

 

¿Acaso no tienen el poder de excitar, de calmar, de maravillar, de mostrar vergüenza?..

Y entonces fué que intervino el marido, suave pero cortante: Eso lo dice Quintiliano, querida Lía.

 Y dirigiéndose a mí aclaró: El gran rétor de la época de Domiciano.

Graciela, sírvanos el postre-concluyó-

 

Después según Mónica lo único que hice bien fue poner los cubiertos juntos en la posición de seis y treinta, pero  también con el postre…….

 

No…..dejamos acá Jorge, nos vemos el 16 de febrero de vuelta de las vacaciones….tenemos que hablar del hermano y el padre y la relación con Mónica….

¿Estás bien Jorge?........

 

Si, todo Ok doctor…..una cosita doc….no….nada….

 

Bueno Jorge, nos estamos viendo……..

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