miércoles, 28 de enero de 2009

Decisiones

De camino
 
Con el lápiz labial le dibujó una boca roja y redonda. Le empolvó los cachetes, le marcó con rimel un lunar en el hoyuelo y  unas cejas azabaches.

 Para completar se enjugó con saliva los dedos y le onduló las pestañas.

 

El kimono de seda refleja la luz del tocador y la peineta termina de estirar el rostro de marfil por tanto talco de arroz.

Ya es hora de partir y la mujer repasa detalles en la propia vestimenta y el peinado que la mortifican.

 La  rabieta le viene de antes. De  no poder utilizar las pestañas postizas, porque el señorito se puso a saltar  gritando que le arden los ojos.

Ya en el taxi, Nito observa la mano firme del conductor sobre el volante.

Cuando sea grande elegirá el disfraz de carnaval entre los que más le gustan: de chofer de taxi, bombero, mecánico.

 Nunca jamás de niña oriental.
 
 
Aquel día.
 

Siempre se lo preguntó. Mas bien, siempre no. Las veces en que el mundo parecía desdibujarse, no diluirse ni borronearse. Desdibujarse reforzando los contornos: el aire oleoso, los sonidos ingresando al oído sin repicar,sin mojarse ni volar siquiera en el espacio.Casi siempre se lo preguntó cuando no esperaba la epifanía.

Se preguntó porqué un día quiso convertirse en escritor y compró un cuaderno de cien páginas, de tapa dura, para prolijamente encabezarlo con la frase:

"Lo ilimitado puede acceder a cualquier belleza".

Y nunca más escribió otra frase.

 

Como su madre no volvió a abrir el piano después de la muerte de la hermana.

Como su mujer nunca más cocinó desde que le criticó el punto de un huevo frito.

Como su hijo que nunca mas entró a la casa y solo llama por teléfono desde que se casó.

Como la hija que nunca mas preguntó nada a ninguno de ellos desde que le dijeron que se metiera en sus cosas y preguntara menos.

 

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