miércoles, 3 de junio de 2009

Mausoleo

Hay naves construidas para atravesar el tiempo.
Tengo esa certeza cuando, caminando por las calles de un cementerio, observo esas construcciones para resguardo de los cadáveres familiares. Ellas se levantan sólidas de mármol, rígidas del bronce de los motivos ofrecidos por arquitectos casi siempre desconocidos.
Mausolo, el rey de Icaria, se construyó una nave mortuoria para su gloria.
Majestuosamente anclada en tierra, cuatrocientos años antes de la era cristiana, al fin desplegó sus velas.
Derivó lentamente con su magnífico capitán exhibiendo los oropeles. A cincuenta metros de altura, una cuadriga con la efigie del matrimonio real desafiaba los chubascos y los vientos cambiantes que enloquecen las brújulas.
Las nubes negras, estandartes de la violencia de los huracanes, al fin hirieron la coraza del gigante con un relámpago que descargó el rayo de un terremoto, a mil ochocientos años del día que partió a la eternidad.
Algunos siglos antes, buscadores de tesoros hurgando en sus bodegas aligeraron al mausoleo de su carga preciosa. De los restos de la catástrofe se consiguió un buen rezago para adorar a otras divinidades. La pareja imperial, a bordo de la cuadriga sigue atravesando los siglos desde un espacio consagrado en el museo de Londres.

No hay comentarios: