Los santos del estaño
Los llamaban los santos del estaño
porque al trago de firme le pegaban
y al mostrador nunca lo abandonaban
desde el principio hasta el final del año.
Era una yunta brava, eran amigos
de gargantas de arena y tragos largos.
Curdelas de boliche, con letargos,
se confesaban siempre sin testigos.
Sobrellevaron su destino entero
y su deschave siempre fue sincero
y en una madrugada, sin recelo,
jineteando al lucero más hermoso,
con la copa del último reposo
se piantaron los santos para el cielo.
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