domingo, 11 de mayo de 2008

Por Los Arrabales Del Arte

- En Argentina, en Uruguay o en Chile con un peso por estos tiempos no haces una mierda. ¿Y con un dólar o un franco? Poco.  Tampoco alcanza para una mierda.
La verdadera estrella de las monedas, la que convierte al yens y a cualquier libra en papel pintado es el krugerand.
–El que hablaba era  Tony.

 Rulo era el que mas sabía en el barrio. Una enciclopedia. Un libro abierto en tiempos en que sin Internet la gente curiosa e informada, captaba la atención de todos (  mas tarde o mas temprano), por un sinnúmero de motivos entre los que destacaba una memoria prodigiosa y una imaginación que relacionaba sin esfuerzo accidentes topográficos con personas, animales, plantas , batallas, romances, inventos, experimentos científicos y misceláneas para todas las edades. En la casa de Rulo nadie leía ni demostraba interés, más bien se avergonzaban de la capacidad del chico. Lo consideraban un anormal, un freaks como se dice ahora. Miento. La madre no.  Mas bien hacía causa común con la parentela pero sin el fervor de los demás. Las razones eran varias. Entre otras; por ser una mujer diabética y a cargo de varios niños menores que Rulo, le daba al Rulo la tarea de llevar el control de los horarios de la medicación, la compra de los mismos y la lectura de los prospectos. También Rulo era el que organizaba los pagos de los servicios y el cobro mensual de dos alquileres de locales del centro.

 
-Bueno, yo me encargo de conseguir todos los datos, después lo vemos a Daniel.- El que hablaba era Rulo.

 
Daniel trabajaba en la herrería del padre. Llegado a la adolescencia se convirtió en un artista que aprovechaba la maña de herrero para elaborar complicadas instalaciones que cumplían a pie juntillas con la consigna de moda por entonces: "La obra de arte no es funcional mas que al arte".

Daniel recibió el encargo después que Rulo se apareció con dos tomos de la británica. El capítulo, monedas, emblemas, frontispicios, escudos etc.

 Tony era el de las ideas absurdas. Pero se trataba de una época en que la inflación era de tres dígitos y la pobreza crecía. Épocas en que la ambición no descansa así que cualquier intento de salir del pozo, por descabellado que fuera nos parecía razonable.

 
Daniel consiguió latón dorado  níquel y cobre para darle consistencia al trabajo.

 

Y en esta parte hablo yo, yo fui el motivo por el que Tony empezó a elucubrar, Rulo se puso en movimiento y Daniel  puso manos a la obra:

"El novio de mi vieja es un gil de cuarta, lleno de guita, heredero de una fortuna. Mi vieja se la pela toda y yo no veo ni el olor. Ella le dice que no quiere regalos, prefiere que le pase plata. Y el, embobado como está hace todo lo que ella quiere. Además que mi vieja me odia porque ella quiere ser vista por todos como una pendeja. Mis diecisiete años le pesan, no puede disimular que ya pasó los treinta. Cada vez que me ve cerca me echa y me manda a comer a lo de los abuelos, que andan preocupados porque cada vez me ven mas flaco. Yo tengo que hacer algo, buscar la manera de acercarme al gil y sacarle algún provecho. Dos veces le pedí mosca y me arregló con monedas al lado de los miles que le saca mi vieja que colecciona todo de kenzzo.

Tiene que ser algo groso Tony. Hacer la diferencia. No me vengas con encajarle un perfume de contrabando o una cámara de fotos de ocasión. Las pocas veces que charlé fuera de la vigilancia de mi vieja con el gil, me contó que quiere cubrirse de la inflación con una inversión segura, con respaldo en oro y buenos dividendos.

Pero yo además deseaba venganza: Esa perra convirtió a mi viejo en un cornudo y yo los quiero dejar patos a los dos para que aprendan.

 
Y después armamos la puesta en escena: Un aire de reserva y secreto que sedujo de inmediato a nuestra víctima. Un dejá vu que estimuló su avaricia, pero que solo se debía a la necesidad de hacer tiempo mientras Daniel daba fin a la elaboración de las monedas que a 800 cada una nos dejaría una fortuna.

Para darle seriedad a la cosa liquidamos nuestros ahorros para comprar una moneda legítima y que el gil la conociera. Le mostré a esa única, supuestamente parte de una remesa que la cajera del banco donde Rulo cobraba los alquileres, atesoraba y precisaba desprenderse así, de manera oculta para evitar habladurías y sospechas infundadas sobre su fidelidad como empleada.

 Para reforzar el engaño, apenas vi una sombra de duda surcar la mirada del tipo le hablé de un cáncer de mama que tenía a la cajera con necesidades económicas urgentes.

Asimismo el gil acompañó a Rulo al banco cuando coincidieron las fechas de cobro de los alquileres. Rulo nos contó luego que el gil cruzó una mirada cómplice con la cajera, esta le devolvió una sonrisa. Cuando atravesaron la salida  le comentó: "Que mujer valiente, nadie sospecharía que sobrelleva una enfermedad tan cruel".

Días después la cajera le preguntó a Rulo sobre su acompañante. "Que linda mirada que tiene, ¿es soltero?". Y nos reímos  a carcajadas...

Mi único temor era que el gil le comentara por descuido algo a mi vieja que se entretenía gastándole la plata sin sospechar mi plan.

El gil, cuando vio la moneda se fascinó y tardaba en devolvérmela. Entonces haciendo de tripas corazón le dije que la tomara a cuenta de la remesa. La descontábamos al final de la operación.
La miró de frente y perfil, se la aprendió de memoria por el tacto. Jugó con el reflejo dorado y en ese instante me di cuenta que ya lo tenía en mi bolsillo.

Daniel, que andaba siempre entre nubes de humo se demoró por una instalación que hacía con su maestro por aquellos días para presentar en una bienal.

Era un envase de hilo dental gigante que se habría y en su interior en lugar de hilo contenía palillos. Un alarde, según el maestro, de reflexión sobre la lógica del sentido, paradojas del contenido y estupideces por el estilo que nos hacían perder a nosotros un tiempo valioso.

 
Cuando estuvo listo nos pareció un trabajo impecable. Las monedas se veían refulgentes, pesadas y llegó el momento esperado. Fuimos a la casa del gil con Rulo y Tony nos esperó en la esquina.

En una mesa estaban los fajos preparados para nosotros y  la bolsa con monedas fueron a parar al lado.

Sacó algunas para mirarlas y de inmediato dijo que eran falsas. Nos acompañó a la puerta. No pudimos descular cual había sido el error hasta que Daniel volvió de la bienal.

Trabajando con los tomos de Rulo,Daniel, artista sensible y delicado como era, no le gustó nada la cara en que se muestra un animalito con cornamenta. Hojeando fue a dar con el capítulo de escudos de África y quedó encantado con el escudo de Suazilandia.
Le pareció de gran belleza y una oportunidad para descansar de las obras conceptuales que todo el tiempo le ocupaban con el profesor.

Es verdad que el trabajo le quedó hermoso. Esa cara transmite una dignidad que va maravillosamente en ese marco dorado.

El muy hijo de su madre siempre supo hacernos ver que el arte era otra cosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La venganza tiene algo de shakesperiana, teatro dentro de un cuento, farsa pura, timadores de tres al cuarto, como todos los grandes artistas que se dejan tentar.
Un cuento excelente, un cuentazo, sí, eso es. Pillería y chasco y también su dosis de cuento picaresco.

Me ha gustado muchísimo,


Celia