miércoles, 28 de mayo de 2008

Y Eso Que Le Dije...

 Ramiro estaba exultante.

Desde que llegó a la playa de la joda corrida no paró de ganar. Surfista, pintón, vestido como en man o en vogue era irresistible.

La cosa marchaba dentro de lo previsto siendo mi amigo un rubio pedante, fanfarrón, irresistible para la franja de chicas de 15 a 20 años a un nivel inconcebible. De autos,motos de gran cilindrada, snowboard, eran las conversaciones  ante una audiencia siempre embobada y renovada alrededor de la fogata en los médanos o la barra de las discos.

Hizo de todo lo que le dije no debía hacerse si tenía temor a recibir una paliza. Promesas de amor incumplidas, préstamos de dinero nunca devueltos a las seducidas y abandonadas del tránsito de la noche a la madrugada.

Cuando salimos de Buenos Aires me escuchó con atención, al fin de cuentas yo era la voz de la experiencia después de concurrir a esa playa lejana los últimos cinco veranos a trabajar en un hospedaje.

Cuando llegamos la novedad lo mareó definitivamente y en su mirada burlona podía leer su desprecio a todas mis presunciones. Yo debía aceptar que tenía todo bajo control cuando las promesas y los desaires se renovaban y muchas veces con las mismas personas.

Por el mes de febrero lo vi poco, la marea lo arrastró hacia el carnaval y la resaca lo devolvió en marzo abrazado al amor de su vida.Me alegré.La última vez que nos vimos tomamos un trago tranquilo en una mesita de la rambla.Se lo veía feliz.

En abril lo busqué para saber como le iba y no di con él. En mayo de vuelta en Buenos Aires me encontré con su hermano Pablo que me contó la mala nueva: Ramiro anduvo una semana a mediados de marzo con Helena su enamorada visitando La Argentina y se la presentó a todo el mundo como su futura mujer.

Obligó a Pablo a que los acompañara de vuelta y ya en el lugar se instaló en casa de los padres de Helena.Pablo percibía que el aire se cortaba con una navaja cada vez que el hermano de Helena, algo mayor los encontraba en casa.

Y al final pasó. Ramiro utilizó el recurso porteño de romper el hielo; letal por esas playas: "QUE HIJO DE PUTA DIVINO QUE SOS!! El muchacho lo fusiló con la mirada, solo le farfullo un ¿COMO?....y Ramiro... "¡DALE NO SEAS HIJO DE PUTA!"

  El hermano de Helena fue a la cocina y volvió con una faca que le atravesó la panza.

Cuando Pablo demudado me terminaba de contar, yo tenía la imagen nítida de su mirada asombrada cuando le repetía antes de marchar de Buenos Aires, que por allí el "Hijo de Puta" ni en broma, bajo ningún concepto se te escape si no querés declarar la guerra". "¿Me estás escuchando? ¡Es muy serio, y vos tenés la costumbre!"¿Me oíste?"

Y el.... ¡Pero sí che! ¡Sí....ufa!

 

 

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