miércoles, 13 de agosto de 2008

Primero De Año

Salimos de la capital el 31 a las 5 de la tarde con el baúl rebosante de linternas de contrabando para la venta callejera en la rambla del puerto de Bahía del Plata. Todo calculado como para que al ingresar a la ciudad nadie de los controles se avive, estando ocupados en los menesteres del cambio de año.

El auto  rebuznaba cuando llegamos al cruce.El pobrecito venía excedido de peso porque a la mercadería se agregaban sombrillas y reposeras y valijas, cuestión de que si todo iba bien nos pasábamos un mes  como reyes.

En el cruce un auto sin patente con cuatro tipos de pelo cortito nos hizo señas de parar y con Susana sentimos que la tierra nos tragaba.

Por la ventanilla uno de ellos asomó la cabeza:... ¡¿Macho, no tenés una linterna?!(El caño de la metralleta le asomaba colgada a la espalda).

Claro, si claro,.... dije yo alcanzándole una... (De las diez o quince que había en la guantera)

Comenzaron entonces a cambiar una cubierta. Les dije que se quedaran con la linterna y amagué seguir viaje, pero el más robusto me pidió el críquet porque el de ellos no funcionaba. El mío tenía sus mañas por lo que al rato estaba yo cambiándoles la rueda.

Serían las 11.30 cuando con la ropa mugrienta les dije feliz año y retomé el camino.

A la entrada de la ciudad nos rodearon varios patrulleros y ahí si que nos vimos perdidos. Nos obligaron a bajar y nos metieron en una dependencia de la caminera.

Fue entonces que con pitos y matracas nos sorprendieron el intendente y cuatro chicas vestidas de rojo que nos colmaron de regalos. Todo porque a las doce y un minuto nos convertimos en los primeros visitantes del año 1975.

Al rato, a la carrerita un oficial comunicó al intendente que le avisaron por radio que por si fuera poco auxiliamos media hora antes a un vehículo de las fuerzas del orden en problemas y así nuestro historial daba para considerarnos casi ciudadanos ilustres.Salimos de la dependencia con los brazos cargados de obsequios y cuando un cabo se ofreció a abrirnos el baúl le gritamos ¡NO! al unísono.

Los tiramos en el asiento de atrás y las luces nos saludaban cuando llegamos a la calle principal.

No paramos de reírnos cuando le comenté a Susana que me había meado encima.

¡Que comienzo de año, aquel de 1975!

Las linternas nos quedaron casi todas de clavo pero… ¿Qué historia,no?

 

 

 

 

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