Aquí los hombres nacemos en la guerra y morimos en la guerra.
Los animales con alas, -si tienen buen sustento porque la guerra es abierta- pueden huir siempre y cuando eviten los cientos de puestos de artillería que apuntan a todo lo que se mueve.
Hace años que no corre una gacela y en la laguna los reptiles no incuban. Todo es sangre…
Y semen desparramado…
Los encuentros no son secretos, son violentos porque son venganzas. La hermana del irregular abusada; el hermano del soldado con un año ya de servicio en la marisma, empalado por un otro grupo y colgado de los testículos. Y las viejas,( siempre las viejas se resisten), sean la madre de uno o de otro. Entonces son ferozmente golpeadas y fotografiadas para escarmiento.
"Carne de cañón, carne de cañón,
Hasta los niños se entretienen, cuando las madres que están vivas y no han abortado en el pajonal, los mecen con este arrullo.
Pero es el caso que estoy metido en un gran lío.
Un compañero me alertó que no me montara a esa mujer; que algunos ya lo sabían y mi situación no podía ser peor. Eso aquí no se perdona, con los del propio bando no se debe uno meter. Pero estoy enamorado y caliente como es de entender.
Y jamás debí bajar al pueblo desde mi puesto simulando una escaramuza con el enemigo.
Creía contar con el tiempo a favor: Puedo perderme hasta 3 días revolcado entre las sábanas y volver como si nada al grupo. Dos días es lo que demoró mi jefe en aparecerse de madrugada. Es que, ausente yo de la compañía empezó a correr un armisticio que duraría quien sabe cuanto. Fui el único que no se enteró,( mi coartada fallida y enterrada).
Mientras la mujer implora piedad en el suelo de la casucha, el jefe me destroza las piernas con un garrote, pronto me subirán a la vista de todos a lo más alto de un árbol quemado, y al fin me encontraré, ahora sí cara a cara, con la muerte que siempre anduve esperando.
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