Tuve una infancia dura. En este territorio y en cuatrocientos años se alternaron visiones que solo necesitaron un cristal y un poco de paja seca para arder. Mi padre subió al patíbulo cuando yo tenía diez años y casi muero de vergüenza cuando lo vi llorar y suplicar piedad mientras sus compañeros se desgarraban la camisa, rechazaban la venda y maldecían a los verdugos y al público. La turba reía a carcajadas de su flaqueza.
Con los estampidos que me sonaron a cascada de agua para apagar la algazara de la chusma se terminaron para mí cinco años de espera de ese final imprevisto; no por la desición de los jueces, que no salvaron a nadie mas que a un bufón, digo imprevisto porque fui testigo en mas de cien ocasiones de la resignación o la bronca de los reos pero en ninguna alguien lloró de la manera que lo hizo el autor de mis días.
Durante uno de aquellos reflujos de hastío democrático, o de república exhausta de debilidad, fui llamado a convertirme en funcionario; con 30 años cumplidos, el baldón de la cobardía de mi padre olvidada, y prestigiado mi apellido con prosapia opositora.
No dudé en aceptar el cargo y sin una pizca de espíritu vengativo me sumé al movimiento que se presagiaba destinado a terminar con la mala hierba del fracaso nacional.
Durante años serví a la causa y aislados del mundo no tuvimos noticias de los grandes cambios. El teléfono y la radio galena aparecidos en los negocios por un convenio comercial en algún momento dentro de los 14 años del régimen- junto con la máquina de escribir; el modesto mobiliario de mi despacho de la secretaría de asuntos de jurisdicción interna.
Firmé las órdenes de fusilamiento cuando correspondía, después de meditarlo bien,… y creer o reventar: Jamás un sentenciado tuvo el comportamiento de mi finado padre.
El neurólogo del penal donde cumplo perpetua, solo para mortificarme me dijo una vez: "Eusebio…es que nunca viste llorar "cobardemente" a tu padre frente al pelotón, el que lloraba de impotencia entre la multitud de la plaza pública eras vos mismo…
-¿Y Pedro, que tal mi intento de escribir las memorias del período?
¿Tengo alguna posibilidad de armar algo legible de por lo menos doscientas páginas?
-Tiempo para que lo intentes hay...
-¿Y sobre lo que acabo de escribir, que?
-Muy amañado, un poco duro, hay que soltar mas la mano para empezar…y aquello de "autor de mis días"…espantoso…pero… bien…bien…
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