domingo, 11 de enero de 2009

De Mis Días

Mi tío, el menor, esquivando vehículos y gritando a los vecinos que nací y era varón.

Quizás porque no despegué los ojos durante más de un mes, cuando pude ver; un gallito que seguía a mi madre a sol y a sombra picoteó celoso hasta hacer casi un agujero el borde de madera de la cuna a un centímetro de mis ojos.

Estos fueron mis primeros días.

 

La arena en el patio de una construcción, desparramada y yo patinando una tarde entera sobre el piso antiguo hasta caer de rodillas por la fatiga.

Una fiesta en la Sociedad De Residentes, y mientras jugando le impedía a María el paso hacia otro recinto le di un beso corto pero intenso mordiéndole los labios.No evitamos durante una semana de la vergüenza que nos dio.

Estos fueron dos días felices.

 

El trabajo de tres años hasta conseguir un rebaño, perdido en una temporada por un brote de brucelosis y todos angustiados sin entender.

Los vecinos más queridos de la infancia, donde conseguíamos comida, calor, protección  en nuestras incursiones nocturnas a la ciudad; sus fotos, degollados en primera plana vistos de reojo en el diario sobre la mesa de un café.

Dos de mis días tristes.

 

María…el rebaño…un beso corto e intenso…los labios…mi tío el menor…la arena…

Sus fotos…la comida… María en una cama de mármol…el gallo…la cuna…

Yo patinando…Yo y mis ojos cerrados, que por querer permanecer abiertos tienen apoyados sobre los párpados dos monedas plateadas de níquel…la primera plana…la arena.

Y estos, mis últimos días… 

 

 

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