domingo, 4 de enero de 2009

De Visita

El Jeep destartalado avanzó corcoveando por el camino pedregoso y el Doctor., se aferró al caño. Casi vuelcan.

Como para brindar por el mutis a la desgracia, Paul, el chofer, se bajó media cantimplora de agua.

Miró de soslayo al Dr., el cuerpo enjuto, enfundado en un pantalón blanco, saco color arena, todo perfectamente limpio, pero gastados casi hasta el forro en las rodillas y los codos.

Sin sombrero que cubriera el escaso pelambre de cabellos rubios, sus ojos de aguamarina  dibujaban el camino mientras se acariciaba el cuello con un pañuelo empapado en sudor.

 Negó con la cabeza a la invitación de Paul de echarse un trago, en cambio le advirtió  que continuara ya mismo la marcha antes que las sombras de arreo vacuno, un poco mas lejos de los pastos altos, les gane el camino y deban seguir el trayecto a paso de hombre.

 

Hay cosas de este Dr. que a Paul le resultan inexplicables.

- Que necesidad tiene de hacer este periplo de locos,  que a medida que el vehículo- comprado a los ingleses del rezago de guerra alemán- avanza , recupera la lucidez y frescura propias de un mozo y su  brazo izquierdo apoyado en la guantera, parece reclamar el volante para conducir él mismo.

La primera parada  lo instaló en unas chozas donde un hombre descalzo, pantalón arremangado, lo esperaba cruzado de brazos.

Dos perros flacos se espantaron con la llegada y se escondieron entre unos arbustos.

Paul, ni despegó el traste del asiento, los dos hombres se palmearon y entraron en el pobre habitáculo.

El silencio era  interrumpido por la brisa cálida entre el ramaje, que a tres horas del mediodíacastiga con emanaciones de  horno.

 

El dueño de casa acompañó al doctor, que   movía espasmódicamente el puño derecho con indignación.

Subió al vehículo y  lo interrogó a boca de jarro ¿Cree usted que esto terminará alguna vez?-

Paul estuvo a punto de pintarle el panorama mas oscuro del mundo, pero sus cinco hijos y esta tarea de transportar al doctor por el equivalente a tres meses de su salario normal de treinta monedas le hizo modular un esperanzado- puede ser….si, creo que sí…

 

Cuando el camino mejoró un tanto, aparecieron las tiendas, según Paul  un desprendimiento del Frente .  Flamantes enemigos que se acusan mutuamente de traición, atentados y asesinatos de partidarios en la ciudad, complotados con las fuerzas del ex dictador  o del Frente  para el nuevo siglo. Son chicos de 12 a 19 años comandados por alguien que decidió hacer su propia guerra  y no le va mal a juzgar por la fortaleza del estado mayor  con salón de conferencias y personal de servicio que les ofrece un almuerzo gratuito  y un cuarto para descansar, todo por unos dólares que el Doctor paga sin chistar y solo pide salvoconducto para seguir sin demora.

El trámite se resuelve y  en el camino  descarga su irritación en el chofer:

-¿Tiene idea usted  si la soldadesca   volverá a cortarnos el paso?

 

El camino volvió a quebrarse por las inundaciones y los cráteres, y siempre puestos de control y peajes.

En el camino el Dr. le señaló "sus escuelas", sus "centros de salud", en ruinas o abandonados intactos.

En una encrucijada son detenidos y más tarde  liberados gracias a la mediación de un llamado oportuno de la capital.

Alguien de Asuntos Interiores  se tomó el  trabajo de impedir otro contratiempo al visitante.

 

Llegados a destino, no se prohibiría su afición de toda la vida: la selección en el mismo terreno de las piedras que pasando por sus manos expertas van a convertirse en las favoritas de algunos clientes.

Nadie le impediría bajar a la mina y descubrir las facetas únicas en un trozo de carbón, llenarse de barro y arrastrar una bolsa de 20 kilos. Volver a ser un jovencito emprendedor.

El  Doctor  frecuenta las antiguas minas explotadas por familias que consiguen el  sustento trabajando veinte horas entre el uranio y el polvo de roca.

Allí sobrevive la gente arruinada por la guerra y en el camino de vuelta no deja de maldecir la realidad cruel que impide su trabajo en beneficio de las aldeas.

 En el aeródromo, no dejó de quejarse ante las autoridades y amenazó-¡Señores, encuentren una fórmula para la paz !…

El presidente del consejo para sus adentros completó la frase tantos años repetida por el Doctor : "O esta será mi última visita".          

 

 

No hay comentarios: