domingo, 19 de julio de 2009

Mi Invitado Del Domingo. Hoy: DARÍO QUIROGA

Catacumbas Del Arte

¿ Cabe pensar que muchos artistas no estiman sus obras sino en el momento fugaz de verlas exhibidas en un salón y que no les mueve otra inquietud, al crearlas, que la vanidad de esa muestra?

Los sótanos del antiguo Palais de Glace, sede hoy de la Dirección General de Cultura y del Salón Nacional de Artes Plásticas, son fiscales irrebatibles. Estas galerías subterráneas, a las cuales tan bien les cuadra el nombre de catacumbas del arte, están colmadas de obras provenientes de diferentes salones esparcidos por todo el territorio nacional, que no fueron nunca retiradas por sus autores. Yacen allí, olvidadas, porque no obtuvieron recompensas, porque perdieron interés para sus creadores una vez vueltas a la intimidad o porque fueron el fruto de una fugaz vocación.

Bajo el piso circular que otrora sirvió de pista de patinaje sobre el hielo, engalanada en los meses de septiembre y octubre con los envíos al "Salón de Primavera", se abren varias galerías a uno y otro lado de un pasadizo central. Estuvieron en ellas instaladas —los muchachos de antes las vieron — la usina eléctrica propia y demás maquinarias necesarias para fabricar la delgada capa helada, donde, por la época del Centenario, hacían arabescos damas de largas faldas con abultados polisones y caballeros de cuello alto y abotonadas levitas. Todavía puede observarse el gran armario de infinitos casilleros donde se guardaban los patines de cuchillas que un día volvió a la popularidad Sonja Henie. Pero ahora, donde antaño atronaba el ruido de los motores y donde llegaban, atenuadas, las risas de la farándula alegre, reina el silencio y la melancolía. ¿Pueden, acaso, contemplarse con otro estado de ánimo estas ringleras de cuadros,vueltos a la pared, y estas estatuas puestas en penitencia en los rincones?

A medida que se avanza por el pasillo central, el espectáculo es el mismo a izquierda o derecha: uno al lado del otro, montones de cuadros encima de los cuales un cartelito señala su pasado. "Salón de Rosario, - 1936", se lee en uno. "Salón de Santa Fe - 1932", reza el otro. "Salón Nacional - 1940", explica aquel de más allá. Son los envíos hechos a esas exposiciones en forma colectiva por intermedio de la Dirección General de Cultura y que, en igual forma, volvieron después al lugar de origen para que cada artista retire el suyo. Diez, veinte, cincuenta grupos diferentes, mostrando todos el revés de la tela y del marco, perfectamente en orden, con su particular cédula de identidad, esperan el regreso del dueño que un día les dejó junto con sus esperanzas y que, junto con las mismas, les abandona. ¿Es posible que alguien intente recuperar una obra después de haberla dejado tantos años como los que transcurrieron, verbigracia, desde 1930?

Una de estas galerías, la más vasta porque se extiende hacia ambos lados del pasillo central que mencionamos, está, en el momento de ser visitada, abarrotada con los envíos que fueron rechazados del XXXVII Salón Nacional de Artes Plásticas. Son cerca de mil cuadros de todo tamaño y procedimiento, que representan, además de mil esfuerzos vanos,una sorprendente suma de dinero, considerando únicamente su valor material. En efecto, promediando en cien pesos cada uno de los marcos a la vista, se obtiene una suma total  de cien mil pesos; a esta respetable cantidad  hay que agregar además cuarenta mil pesos  que resultan de adjudicar a cada cuadro un  gasto de cuarenta pesos de pinturas, pinceles y demás utensilios del oficio. Y, para terminar, faltan todavía veinte mil pesos en telas. De todo lo cuál resulta que los artistas argentinos movilizan cada año para el Salón de Primavera( o sea el Salón Nacional de Artes Plásticas) un capital de doscientos mil pesos. En estos guarismos se ha incluido el mismo valor material de los cuadros aceptados. Cálculos éstos,hechos con promedios aproximados y con el debido respeto a los artistas y al valor intrínseco de sus obras.

Aunque en número menor, los trabajos de escultura se agrupan también en las catacumbas del arte con un destino parecido a los de pintura. Grandes moles de bronce y mármol, bajos relieves,figuritas de yeso y madera, se agrupan aquí y allá en la penumbra y la quietud del olvido.
Por lo que tienen de humano en su estructura, más fácilmente traducen en el ánimo del espectador la certeza de su injusta suerte. ¿Las encontrará un día la posteridad después de penosas excavaciones como nuestra época descubrió en la tierra los tesoros de la antigüedad? Es la única posibilidad alentadora que puede tornar menos penoso el olvido de sus creadores.

LEOPLÄN  (1947)  


No hay comentarios: