miércoles, 15 de julio de 2009

Salmos

Un chico me dejó una estampita. "El señor dirigirá los pasos del hombre justo y aprobará sus caminos".Los diarios que escribió este hombre y que llevo ahora  mismo en el bolsillo me tienen obsesionado.

 23 abril. "Tomé el tren hasta el Parador Los Ceibales"… (El boleto que encontré en la campera me lo confirmó, 12.03 ida y vuelta) 

Sigue: "Es un buen horario, hay suficientes asientos libres y los vendedores ambulantes recorren el tren  como en las horas mas concurridas. Tengo sobre la falda un diccionario de sinónimos, un plano de la ciudad, un chocolate envuelto en un papel brillante, cuatro pares de medias y agujas de coser."

29 ABRIL. "Está sobre la mesa de luz el chocolate  sin tocar. No me ha sido fácil dormir. Permanezco boca arriba con la mirada fija en el techo. Marisa ni se molestó cuando por bromear, hará una hora, le pinché la oreja  con una aguja mocha de las de coser lana que compré en el tren; me alejó pasando la mano por encima del cuello y siguió arrebujada de  costado  sin dar importancia,  como últimamente  hace con todas las cosas. Miro la montaña de trastos sucios sobre la cocina, las cáscaras de huevo, hace un mes que le aparto la sábana de la cara para recordarle que esto no me gusta."

(Me dan ganas de caminar, recorrer los vagones de punta a punta, desprenderme de la atmósfera pesada del diario del tipo).

2 MAYO. "No voy más al parador. Hoy me entretengo lavando la ropa sucia. El lavarropas es un gran invento. Toda la mugre se desvanece.

Le ofrecí el chocolate y no lo quiso. Se fue con lo puesto. Si fuera ella hubiera esperado el fin del lavado para recuperar mis cosas."

3 MAYO. "Hoy fui a ver a Damián. Me ofreció café. Marisa lo considera un hombre superior. Si yo intento darle mi parecer, me contesta que permanecerá en silencio porque hablo mucho y siempre de lo mismo. Un… ¡no entiendo de qué hablás!…  y se aparta de mi."

5 MAYO. "No lo encuentro, no sé que se hizo del anillo que Marisa me regaló. Sumado a su desaparición el asunto me resulta un trastorno."

7 MAYO. "Vuelvo al parador… bajo la piedra no hay mensajes. Sin embargo hay mensajes que no acierto a comprender. Un hombre de espaldas está en la vereda junto a un camión, que parece averiado por las balizas desplegadas. Un perro se detiene junto al hombre inmóvil y lo mea largamente. Nada ocurre, no hay reacción en el sujeto. Voy a advertirle ya que pellizcarme no me satisface, pero me detengo a mitad del camino: Una calandria persigue a una tortuga. Hasta aquí no hay nada extraño, las calandrias son pájaros belicosos y planean dando picotazos a cualquiera que se atreva a invadir su territorio. Tampoco me sorprende  que la tortuga corra velozmente, las tortugas son ágiles corredoras. Y tampoco la presencia de la tortuga en esa calle, el río está a dos cuadras y no es difícil hallar alguna. Claro, que no son acuáticas y no debieran estar ahí. Son naturales de zonas desérticas y vendidas como mascotas. Muchos propietarios que optan en algún momento de su vida por desprenderse de ellas creen que esa espesura de la orilla es el lugar adecuado.

 Así que tampoco eso me sorprende. En realidad, no acepto que lo que me sorprende es solo  la pasividad del hombre. Cuando vuelvo junto a la piedra, en el contorno húmedo que descubrí al moverla, hay un sapo. La panza estirada en esa tarde caliente de primavera. No pienso en la devoción de Marisa por los sapos ni en inmolación, ofrenda, etcétera, solo tomo la piedra, lo aplasto y me voy."

11 MAYO. "El hombre despertó y fue al tendedero a buscar el pantalón ya seco (Este debe ser el hombre orinado por el perro el día 7).

Mientras tomaba café y como corolario de la conversación de anoche repitió una frase de un salmo que dice que el oído que escucha y el ojo que mira son obras del Señor.

Me pidió el teléfono para asegurarse sobre el servicio. (Debe ser el auxilio para el camión).

13 MAYO. Tiré todo  a la basura. Gané espacio en la cocina. Me gustó mucho como quedan sobre la cómoda el banderín de River, una foto familiar muy antigua en color de una familia aplaudiendo felices a no se quien y una sirena de ojos fosforescentes de la que se desprenden cintas multicolores que se mueven con el viento que entra por la ventana."

(Me inquieta este relato)

17 MAYO. "Visito a Damián. Cuando me impide el paso,  empujo la puerta que le da en la cara y cae hacia atrás. Se arrastra hasta la mesa de luz. Sé que busca un revólver y debo evitarlo pero algo raro me detiene. No son las gárgolas de la iglesia de enfrente que desde este piso doce y con el vendaval que no cesa desde la tarde  parecen escupir el agua hacia esta misma habitación; Damián nos había comentado esto  a Marisa y a mí otra vez que nos invitó a comer. Tampoco me detiene ver la valija de Marisa. Y tampoco  su  ropa estirada sobre la cama.

 Lo que me detuvo fueron las dos sillas muy juntas en una esquina de la mesa, dos platos juntos y dos vasos. Y también una botella de Malbec casi vacía. Pensé en la devoción de Marisa por este santón sabelotodo y lo tomé de las piernas ; debe haber visto como se esfumaba su sueño de llegar a la mesa de luz."

 (Damián también ha desaparecido).

19 MAYO. Solo ha quedado el diario testigo de la historia, a los personajes como suele decirse se los devoró la tierra . En los días que me salteé la lectura el tipo se va por las ramas y discurre sobre íncubos, súcubos, andróginos, nupcias  espirituales, sin valor para la causa. El próximo paso es ir al parador que cita.

23 MAYO. Voy al parador. Los vendedores ambulantes no dejan de pasar.

Leo la estampita que me dejó el chico, aunque un minuto antes, cuando la depositó en mi asiento me pareció leer: "Los impíos son cogidos en los mismos designios o tramas que han urdido".

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