domingo, 20 de julio de 2008

Romeo Con Y Sin Julieta

¡Oh si el público supiera de lo difícil que resulta acordar entre un grupo de gentes que se reúnen dos y hasta cuatro veces a la semana para ofrecer el producto de algunos meses de ensayos!

Como náufragos, en aquellos días pasan de un día calmo y  una noche brillante a un mar picado y a las aguas procelosas de una deriva que parece infinita.

Y luego de vuelta la calma y con el recuerdo de la aventura compartida, las amistades permanentes y los odios recalcitrantes por el honor herido o la llana envidia por el destino de un papel en el drama a estrenar.

El Romeo de la obra que llegó a representar el grupo filodramático del Centro cultural de la Asociación Latinoamericana  era despreciado por casi todo el elenco incluido el director de la obra, que no podía hallar un reemplazante adecuado.

El muchacho al que llamaremos Esteban vivía quejándose de todo el mundo.

Para los utileros, eran una  maldición constante sus reclamos por las condiciones de la espada, el vaso sucio, el líquido con veneno y hasta la calza manchada de humedad que recriminaba a la falta de cuidado de la vestuarista;agrego sus denuncias en las reuniones de grupo por cuestiones como el cuchicheo entre bambalinas que dispersa la atención de las primeras filas y hasta los robos de que era víctima.

Sucedía que siempre le faltaba algo que de forma imprudente dejaba en el camarín a la vista de todos.

Consiguió que siempre se comenzara y terminara hablando de Esteban y de sus planteos.


Pero llegó el inesperado día en que el director le comunicó que había conseguido un reemplazante, noticia que Esteban recibió con expresión demudada. El gordo Raúl  B.que cubría el papel del Fray Lorenzo se retorcía de la risa cuando contaba en el bar a algunos del elenco y técnicos como el rostro de Esteban se puso rojo de ira al enterarse por su boca que el asistente de dirección se  reunió en secreto varias veces en el último mes con el nuevo actor, para marcarle las entradas, salidas y otros movimientos en frío para no salir al toro.
En su última función, Esteban demostró un profundo desprecio por casi todos.

Utilizó hasta el mismo texto en varias oportunidades, como en la escena en que Romeo desterrado, envidia a quienes están cerca de su Julieta. "Y un gato, (señalaba hacia la asistente de dirección en un palco de la izquierda), un perro, (señalaba hacia una pata del escenario desde donde quien encarnaba a Paris esperaba su entrada) y unos ratoncillos, la cosa mas vil, (señalaba a los técnicos de la cabina de luces)pueden vivir en un paraíso contemplándola, en tanto que a Romeo no es posible".


La última frase sonó tierna y anhelante; a su vista, fuera de escena, sentada en una silla esperando su turno, cruzó un guiño con Marisa, la Julieta que todo el elenco compadecía por tener que aguantar al insoportable Romeo.

Casados desde hacía dos años, el suceso no empañaría la felicidad de estar esperando para diciembre el primer hijo.

Ella le tiró un besito antes de volver a concentrarse en el papel, (que no abandonaría por nada del mundo). 

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