domingo, 12 de abril de 2009

Mi Invitado Del Domingo. Hoy: ALBERTO GHIRALDO.

LA VOZ MATINAL

Los avispones zumban bajo el alero,
en el corral el gallo lanza su alerta
y en el fondo del bosque todos los pájaros
 vibran himno gigante porque despierta
 el sol y la esperanza; vuelve a la vida
 el mundo como un niño que abre los ojos
 tras la noche apacible de encantos llena;
 allá en el horizonte, lucen los rojos
 del astro, que soberbio, fecunda o taja,
 que da luz o la quita, según la suerte,
 pues que también tranquilo mira a los hombres
 caer bajo sus rayos que dan la muerte
 en medio de los trojes de trigo rubio
 o en medio de los campos hechos jardines.
 Que la tumba va abriéndose paso entre flores
 a las que ama y seduce para sus fines.
   ¡ Alba espléndida! Un cuadro en cada sitio
 ve el artista, ve el hombre, ve el que siente.
 Aqui el monte recórtase en el fondo
 de un ciclo añil (diriase doliente
 porque es terso y bruñido, cual sereno
 pesar), allí un arroyo se desliza
 manso como existencia silenciosa,
 lo agita apenas la temprana brisa;
 a su orilla un caballo tiembla y suda.
 Está sediento, bajo el grande toldo
 de la noche, ha corrido treinta leguas
 esquivando un incendio; aún el rescoldo
 parece que le escuece las ijadas.
 De pronto desfallece, se le arquean
 los remos, otro instante y se creería
 que va a caer de rodillas, pero crean
 energía sus miembros y, valiente, hunde sus cascos en la linfa pura.

Así triunfan algunos en la vida:

cuando va a morir, la frente dura

 alzan ante una fuente de placeres.

 Es el premio al esfuerzo? No, no hay premio:
es la vida, no más; la vida inmensa.

 Varia, compleja, múltiple proemio.

 Cabe el añoso sauce, en la enramada

 ríe el amor en ojos de paloma;

 cruza la garza blanca como un copo

 de espuma por los aires y se asoma

 su figura a mirar en algún charco,

 cual niña vanidosa se contempla

 en todos los espejos de la calle.

 Gaucho poeta los cordajes templa

 de su guitarra; al viento va la trova

 y allá, en el rancho, un corazón amante

 la recibe y contesta en el misterio

 de un suspiro tan hondo cual vibrante.

Todo palpita, muévese o sonríe

de la vida exterior bajo los mantos

 y en mi mundo interior, en mi floresta,

 canta el pájaro azul todos sus cantos.

De "Musica Prohibida" (1904) 

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