
LA VOZ MATINAL
Los avispones zumban bajo el alero,
en el corral el gallo lanza su alerta
y en el fondo del bosque todos los pájaros
vibran himno gigante porque despierta
el sol y la esperanza; vuelve a la vida
el mundo como un niño que abre los ojos
tras la noche apacible de encantos llena;
allá en el horizonte, lucen los rojos
del astro, que soberbio, fecunda o taja,
que da luz o la quita, según la suerte,
pues que también tranquilo mira a los hombres
caer bajo sus rayos que dan la muerte
en medio de los trojes de trigo rubio
o en medio de los campos hechos jardines.
Que la tumba va abriéndose paso entre flores
a las que ama y seduce para sus fines.
¡ Alba espléndida! Un cuadro en cada sitio
ve el artista, ve el hombre, ve el que siente.
Aqui el monte recórtase en el fondo
de un ciclo añil (diriase doliente
porque es terso y bruñido, cual sereno
pesar), allí un arroyo se desliza
manso como existencia silenciosa,
lo agita apenas la temprana brisa;
a su orilla un caballo tiembla y suda.
Está sediento, bajo el grande toldo
de la noche, ha corrido treinta leguas
esquivando un incendio; aún el rescoldo
parece que le escuece las ijadas.
De pronto desfallece, se le arquean
los remos, otro instante y se creería
que va a caer de rodillas, pero crean
energía sus miembros y, valiente, hunde sus cascos en la linfa pura.
Así triunfan algunos en la vida:
cuando va a morir, la frente dura
alzan ante una fuente de placeres.
Es el premio al esfuerzo? No, no hay premio:
es la vida, no más; la vida inmensa.
Varia, compleja, múltiple proemio.
Cabe el añoso sauce, en la enramada
ríe el amor en ojos de paloma;
cruza la garza blanca como un copo
de espuma por los aires y se asoma
su figura a mirar en algún charco,
cual niña vanidosa se contempla
en todos los espejos de la calle.
Gaucho poeta los cordajes templa
de su guitarra; al viento va la trova
y allá, en el rancho, un corazón amante
la recibe y contesta en el misterio
de un suspiro tan hondo cual vibrante.
Todo palpita, muévese o sonríe
de la vida exterior bajo los mantos
y en mi mundo interior, en mi floresta,
canta el pájaro azul todos sus cantos.
De "Musica Prohibida" (1904)
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